Así es Ella de Juan Vergara, de Cielo, Paisaje y Poesía.

Así es Ella de Juan Vergara, de Cielo, Paisaje y Poesía.

Airosa y suave como una gacela
palpita su elegancia natural
sensible majestad, bendita real
su figura y su ser revela.

Delicias de la vida siempre en ella
proclamando tal vez la inspiración
y el donaire feliz, en toda acción
en su gracia hay fulgores de una estrella.

Engalana su paso la vereda
y en su garbo cual lirio la elegancia
tan dulce como simple su presencia. 
Contemplo su figura la vereda
y en su garbo cual lirio la elegancia
tan dulce como simple su presencia.

Contemplo su figura y siempre queda
como una sinfonía gregoriana
llega a mi corazón y se desgrana.

Tarde, Juan Vergara, de Cielo, Paisaje y Poesía.

Tarde, Juan Vergara


Se alegraron las violetas
en esta tarde de otoño,
era tenue la llovizna
abrumaba una silueta,
se agotaba en el arrullo
en los techos de la casa
era un solo musical.
Siempre tenue la llovizna.

Coplas de una existencia, Juan Vergara, de Cielo, Paisaje y Poesía.

Coplas de una existencia, Juan Vergara


Caminando sueños, me topó el destino
por nebulosas, peregriné al azar
y en las lides, quedé sin poder llegar
procuró la vida, salir a un camino
pero en él, ya estaba, marcado el despojo.
Encontré legiones, con torva soberbia
envilecida, en ansiedad y protervia.
En su magnitud, consideré el trabajo.

Del libro "Cielo, Paisaje y Poesía" de Juan Vergara. 

Desencuentro, Juan Vergara, de Cielo, Paisaje y Poesía.

 Fotografías del café literario del Jueves 15 de mayo de 2008, en el Café Tártara de la ciudad de Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina, Sarmiento 269. Cuyo tema fué el amanecer.

Desencuentro


Yo sentiré tu ausencia en todo mi ser
como una sombra negra,
que se llevó mi brillo
dejando la zozobra, y el atardecer.

Caminaré el silencio velando un sueño,
el que colmó mi anhelo
sepultando pesares,
y que dejó en mi pecho un cantar risueño.

¿No sé, por qué camino, así te alejaste?
marchitando esas flores que perfumaban
y los bellos colores,
que a nuestro ser, con tanto amor halagaban.

Soñé, que pedí a un ángel que sepa guiarte,
y en ese andar la luz también te bendiga.
Sin saber tu rumbo
y aunque llegue tarde, yo iré a buscarte.


Juan Vergara, de Cielo, Paisaje y Poesía.

Temas del alba, 1 Oscar Guiñazu Alvarez

Temas del Alba

1

Desde antes de la luz
                             la calle próxima
delata con el eco de unos pasos
la presencia del rumbo a algún oficio.

La hora amanecida
regresa de la noche
y se enciende en la espera de los pájaros.

Este es el momento
de estrechar el costado
(el momento propicio que penetra
en la carne del diálogo.)

Hora de la mañana trasegando
las brisas del amor, íntimamente.

Oscar Guiñazú Alvarez de Contra reloj 1983

Final, Rafael Horacio López

Amargo es el final del río

que en la arena liviana

...............se sumerge

............................él
que en su larga mirada

............oscurece al grano
.................y a la leche tibia /

Sin embargo / al final /
.................Desaparece
y es todo mar

.................o arena leve


Así es la vida / pienso /

..................y todo.

Rafaél Horacio López

Calandria, Juan Vergara

Calandria, Juan Vergara

En la copa de un árbol suaves trinos.
Sonoridad tan bella emocionaba
con el azul del cielo se mezclaba
y en la flora sutil bajo los pinos.

Como honrando el gorjeo en gran aprecio
quise saber de aquel hermoso arpegio.
Con paso sigiloso sin presagio
acerqué la distancia sin ser necio.

Inflando su plumaje allí, estaba
la canora CALANDRIA entretenida
en sones de un trinar a su medida.

La paz en derredor quedó adornada
arrobado quedé por su concierto
sé que pude soñar pero despierto.

Juan Vergara

Como el álamo, Oscar Guiñazú Alvarez

Como el álamo


Verdinegra línea recta;
puente de la tierra a lo alto;
una vertical postura
        hecha canto.

Musical y sostenida
voz que arranca desde el barro
llevando un hondo mensaje
               desde abajo.

Eso eres: pasión vehemente,
señor elegante, álamo;
todo un poema de estilo
        hecho árbol.

En geométricas hileras
al lado de tus hermanos
das sensación de un desfile
         de soldados.

Perfección de línea recta
vertical en el espacio;
tenso hilo de plomada
          colocado…

La emoción con rumbo cierto
se alza del alma y flotando
sigue ajustado a esta norma
            paso a paso.

Siempre de pie por la vida
con el mirar largo a largo.
Una vertical postura…
             Como el álamo.

Oscar Guiñazu Alvarez

Bagdad, José Luis Colombini

El fantasma de sherezada
apila cadáveres entre los escombros
y sus lágrimas tiñen de rojo
el desierto negro.
Sus manos de sándalo huelen a pólvora y humo,
y el fuego inunda las calles
derrumbando el sueño.
El humo aprieta gargantas
y se lleva gritos.
La sangre ahoga los rostros
que se lleva el alba.
Sobre una alfombra en jirones,
la muerte consuela a Sherezada
mientras el petróleo ahoga la vida
que toma el viento.

José Luis Colombini, de Remolinos de sal (2005)

Luto, Mónica Fornés

Una rosa de sangre
sobre las dunas de Bagdad,
huella de luto
del desierto.
El olivar
se deshoja
en lágrimas
de fuego.
Se robaron las mil
en una noche.
Palomas muertas
sobrevuelan
la orfandad.

Desvivir, Osvaldo Guevara

Forcejear con el agua
en noche de tormenta.

Cada relámpago
es sólo la esperanza
de la luz del relámpago que viene
(o acaso de otras claridades)
para seguir andando
entre charcos y sombras.

Desvivir, Osvaldo Guevara de Sin pena en la palabra 2007

 Fotografías del café literario ciclo 2008, Tema LA NOCHE, jueves 8 de mayo.

Fotografías del café literario ciclo 2008, Tema LA NOCHE, jueves 8 de mayo.

El Dilema, Rafael Horacio López

Pequeño recuadro para un poema
                                dolor
Amor                      vida
               muerte
Estamos en igualdad de peso
Pero alguien pierde algo cada día
Para dónde se inclina
                                       la balanza.


Rafael Horacio López

Fotografías del café literario ciclo 2008, Tema LA NOCHE, jueves 8 de mayo.

Instante, Teresa Gómez Atala, De La Luz Cautiva 1997

Fue una gota de luz
bebiendo sombras.
El amor pasó
por la plaza sola.
Agitó el estanque
con su mano inquieta
y por un instante
onduló el enigma
del agua serena.

El amor pasó
y dejó en mis manos
su constelación
de luceros blancos.
Teresa Gómez Atala, De La Luz Cautiva 1997

Fotografías del café literario ciclo 2008, Tema LA NOCHE, jueves 8 de mayo.

Una mañana..., Miguel Angel Ortíz

Una mañana…

La vida no es mucho más
que lo que es la vida.
La rosa florece
la luz roza la rosa
la Rosita abre la casa.
En la almohada
un olor de vos
sueña conmigo.
Una mañana
insolente
entra a buscarme,
camino lento
para no herir al suelo.
Miguel Angel Ortíz

Poema 2, Oscar Guiñazu Alvarez

El rumbo transitado por mi aliento
exactamente a esta altitud de sombras,
desintegra los velos de la noche
con un golpe de luz.
¡A vuelo de campanas!
Cien banderas de júbilo flotando…
una aurora boreal inaugurada…
una lluvia de estrellas sobre el rostro.
Ese es el clima donde crece un bosque
de palabras nutridas por tu savia.
Abatamos el árbol.
Recojamos los leños.
Encendamos la pira.
Y en las ascuas que arden en tu sangre
crememos el amor.
Hacia los vientos
que soplan desde playas calcinadas
de un remoto país…
Desde mas lejos…
arrojemos cenizas si es que quedan.
Vivamos este hoy, con resonancias
De tu voz de torrente aminorado.
Vivamos
el perfume de tu vida.
-del libro “…Y poemas circunstanciales” Oscar Guiñazu Alvarez

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El verde de los talas, Rafael Horacio López

Camino por la ignorada bandera de los talas.............suavemente
como pudiera hacerlo el peso del puma
sobre la dormida hierba.
El verde es leche tibia
que cae como baba de buey
que se la lleva el viento
es como el miedo chiquilín de la noche
es una lágrima que se extiende
a lo largo de la acequia
como si anunciara desde siempre
la llegada del brote.

Por la noche los talas y los astros
se miran y la lágrima se transforma en savia
que sube por los dedos de los álamos.

Todo comienza a reverdecer
en el reventón enorme de septiembre
y todo es así
como el arco iris que da color al mundo
une con miradas reverdecidas
piedras sobre musgos.
Todo esto me sucede cuando un canto
minúsculo y tierno como un higo
me endulza por dentro.

Rafael Horacio López

Temor, Rafael Horacio López

Temor

A mi soledad le duele el paso de la lluvia
porque golpea, loca, sus húmedos martillos
empujando, empujando, a los charcos cansados.
Y es un viejo terco el barro ya formado.
Temo a mi soledad por su vacío como si fuera
el último vagón, duro, sombrío.
Pero sigo así, pensando que me llueve
alguna oreja húmeda para penetrar
aún más, en ese miedo oscuro.
Mi soledad no habla.
Como leche encrespada se levanta, sorda,
y me acerca su hollín de sigilosos puma.

Rafael Horacio López

El aire de la noche, Oscar Guiñazu Alvarez de Contra reloj (Poesías) 1983

El aire de la noche
penetra como un dardo hasta mi sangre;
el termómetro marca
la soledad amarga del insomnio.
Me arrimo a las ventanas del recuerdo
dejándome llover por el silencio
mientras muerdo el mensaje que te envío.
No te digo que vuelvas.
El camino
muestra su “cuesta arriba” inapelable.
(Ocultando el temor me autoanalizo)
Un fervor residual llama de adentro
y en las pizarras de las albas próximas
te escribo estas palabras…:
“Te respiro.”

 
Oscar Guiñazu Alvarez de Contra reloj (Poesías) 1983

Texto de la Presentación del libro “Sin pena en la palabra”, de Osvaldo Guevara. Jueves 24 de abril de 2008. Cine Teatro Municipal.

Palabras a cargo del Presidente de Tardes de la Biblioteca Sarmiento Lic. Miguel Ortiz en la presentación del libro “Sin pena en la palabra”, de Osvaldo Guevara. Jueves 24 de abril de 2008. Cine Teatro Municipal.

Lo primero que hace falta aclarar en esta presentación es que quien habla es un profundo admirador de la literatura de Osvaldo Guevara, y alguien que se siente su amigo. Y si bien en su formación de comunicador social aprendió algunas técnicas destinadas a superar la subjetividad en el mensaje, es posible que esta vez, en esta presentación, la objetividad sea sólo un intento. Lo único que me tranquiliza, en último caso, es que mi opinión, afortunadamente, es muy similar a la de muchos.
Para confirmarlo, vamos a ver luego algunos juicios realizados por críticos respetados de la literatura argentina.
Es indudable que el unitarismo comunicacional y cultural de la República Argentina nos priva con frecuencia de disfrutar de grandes artistas del interior del país. El mercado editorial y la imposición de algunos grandes medios especializados o no, donde el amiguismo y el negocio hacen estragos, impone unas pocas voces que terminan siendo la cultura oficial de una dictadura mediática.
Si así no fuera, el nombre de Osvaldo Guevara, y el de otros del interior del interior -como el de los aquí presentes Alejandro Nicotra y Rafael Horacio López- indudablemente brillarían con más justicia entre los mejores poetas vivos del país. Destacar esto es una forma modesta de hacer justicia en esta oportunidad que hoy tengo de decir algo a este atento auditorio.

Desde España, quizá con la perspectiva de quien toma distancia, el escritor argentino Antonio Tello ha dicho: “Osvaldo Guevara, es uno de los mayores poetas hispanoamericanos de la segunda mitad del siglo XX. Su suerte es común a la de otros grandes creadores del interior del país que, por el carácter hegemónico de la metrópolis o quizás por el legítimo empeño en no traspasar los umbrales del territorio familiar, su obra no ha alcanzado la difusión y la valoración que se merece”.
“Osvaldo Guevara es un referente insoslayable de la actual poesía argentina” afirma Gerardo Molina desde el diario uruguayo Hoy Canelones. “Su obra es objeto de estudio en las Universidades del país, y trasciende por sus relevantes méritos de autenticidad y belleza. Devoto del soneto, pero también, seguro dominador de su métier, cultiva otros metros clásicos y accede naturalmente -como todo gran poeta- a su propia forma lírica, de personal y acendrado ritmo”. Dice del autor, la periodista Pampa Olga Arán en el diario «La Voz del Interior» (1999): «Guevara siempre ha sabido mirar lo que casi nadie ve, el hombre que habita la tierra con gran dolor, y su escritura, toda, encuentra la razón de su canto desde el lugar desplazado del hombre común que respira escribiendo. Su palabra será siempre obstinadamente lírica porque es indivisible de su yo.»

Pero quién es este autor?
Osvaldo Guevara, nacido en Río Cuarto en 1932, ha sido periodista, guionista y conductor de radio y de televisión, crítico de arte y creativo publicitario. En los años 50 comenzó a publicar en la histórica revista Laurel, donde exhibía ya una sensibilidad particular que se destacaba entre los jóvenes de entonces.
Pero ante todo ha sido y es un poeta singular, dueño de una rara precisión en la palabra, que siguió cultivando cuando llegó a Villa Dolores, en 1976, ciudad a la que había llegado convocado por Oscar Guiñazú Alvarez. Ha publicado: «Oda al Sapo y Cuatro Sonetos» (1960); «La Sangre en Armas» (1962); «Garganta en Verde Claro» (1964); «Los Zapatos de Asfalto» (1967); «Años y Perjuicios» (1975); «Niña Carmen» (1983); «Diario de Invierno» (1990); «Sólo Sonetos» (1991); «Primera Persona» (1994); «Poemas en Verso y Prosa» (1997); «Diálogos Memoriosos con Arturo Cabrera Domínguez» (1997); «Conversando con Gaspar Pío del Corro» (2000); «El Soneto, ese Indeseable Deseado» (2005) y «Sin Pena en la Palabra» (2007).

Juicios sobre “Sin Pena en la palabra”
Pero veamos, sobre este libro, las opiniones de prestigiosos catedráticos llegadas desde distintos puntos del país. Críticas formales o hedonistas coinciden en exaltar los valores poéticos de “Sin Pena en la Palabra”.

- Desde Buenos Aires, la catedrática, ensayista y poeta Graciela Matura señala que SPP “implica una palabra que alegra y reconforta aunque venga con mucha pena. Es el misterio de la poesía que transfigura el dolor al iluminarlo y al expresarlo. Hay un tono elegíaco, porque es un libro de llegada y de prematura despedida de los dones del mundo, de prematuro acercamiento a la patria definitiva”.
- También desde Buenos Aires, Norma Perez Martín, Catedrática de Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires, asegura:” SPP, título sugerente y exacto, trae la galanura de la lírica de Guevara y la exacta melodía de su discurso poético, una poesía con mayúsculas”.
- Antonio Requeni -académico de las letras y el periodismo argentino- desde Buenos Aires, afirma de SPP: “Guevara tiene el don de la poesía, la facultad de transformar el verbo en belleza. Estos poemas son menos barrocos, menos preciosistas que los de los primeros libros; pero más ceñidos y maduros. En este libro no hay un poema mejor que otro: todos son buenos… Guevara es un poeta notable, que merecería ser más reconocido que otros que tienen mayor prensa en Argentina”.
- El novelista y poeta Federico Peltzer, de Buenos Aires ha dicho de SPP: “Es un libro hondo pero fresco, que trae aliento para volver a los viejos problemas, a las viejas preguntas dichas poéticamente por unos pocos, entre ellos Guevara”.
- Lila Perrén de Velazco, poeta, ensayista y catedrática de la Universidad Católica de Córdoba, afirma: “Veo una poesía desnuda, reducida a lo esencial, diciendo más de lo que dice. La pena en la palabra es una pena supuesta, aunque no quiera ser propuesta explícitamente. Pero con pudor, belleza y hondura”.
Opiniones tanto o más valiosas tienen de este libro otros destacados intelectuales como Aldo Parfeniuk, Antonio Torres Roggero, Gaspar Pío del Corro. Oscar Caeiro o Rodolfo Modern, de la Academia Argentina de Letras.

Y qué puede decir, modestamente, este presentador orgulloso de “Sin Pena en la palabra”?
Creo que Osvaldo Guevara da una lección de energía y de juventud al intensificar en estos años su búsqueda artística. Con una palabra desguarnecida, Guevara abandona los aplausos seguros, el microclima natural de su versificación sensual, colorida, frondosa; y se introduce en el desierto, en el mar o en la selva.

El autor, aquí, abandona la métrica y la rima regular de los sonetos o de otras formas más clásicas, que toda su vida manejó con singular maestría, y construye una poesía con un ritmo distinto, con una musicalidad sin pentagramas, con una palabra que se queda desnuda siendo sólo poesía esencial. Sólo al final, como para no dejar de ser quien es, Guevara nos regala algunos zoonetos
Más que nunca, Osvaldo muestra en este libro su capacidad formidable para hacer poesía con poco. Mientras otros necesitan viajes diversos o experiencias extraordinarias para escribir, Guevara captura pura poesía en una vecina barriendo, en el perro que levanta una pata aviesa a un árbol triste, en la cotidianeidad familiar, en el canal grande o en los perros soñando en las veredas de su barrio Grem Dial. Con él, una vez más, vemos que el arte y la belleza están en la mirada, más que en el objeto contemplado.
Este poeta elegido le enseña a ser poéticas a muchas palabras que jamás lo fueron. Así, “sanatorio”, “ómnibus”, “bocinazo” o “fosas nasales” entran graciosamente en los versos, acolchonadas por el arte de una poesía verdadera.

Conocedor de las reglas, Guevara se propone romperlas, no como otros quieren transgredir lo que ni siquiera vieron de lejos.
En este libro, Guevara es el serrano en la llanura, el marinero en la montaña, el pez fuera del agua ó el turco en la neblina. No porque ande necesariamente extraviado, sino porque tiene la osadía casi adolescente de meterse en lo desconocido. Y tiene, hay que decirlo, la grandeza de salir triunfante de la nada, como quien muestra feliz la aguja mientras sale del pajar.
El hombre que en los años 60 le cantaba al sapo, hoy penetra donde no hay caminos justamente para hacerlos, para abrirlos, para dejar una huella que podrá ser seguida o no, pero que se hizo con total honestidad artística y con una admirable aptitud intelectual.

Puede que el aventurero desconozca parte de la geografía del nuevo territorio estético, pero sale airoso porque tiene la vibración, el músculo y el corazón que le ha dado toda una vida de viajes por el mundo de la palabra en cualquiera de sus formas.
Por otra parte, hay que decir que Guevara miente impunemente y, por supuesto, poéticamente, al afirmar: “Yo no sé qué es la poesía/, tal vez/ mi poesía sí/ y no sepa decírmelo”.
Mentira! Guevara sabe perfectamente lo que es la poesía. La ha tenido en sus brazos casi toda su vida, y le ha dado la forma que ha querido. Quizá le perdonemos el intento de humildad porque surge del pudor de un amante que se siente descubierto, pero también envidiado.
En esa sentencia, por un lado, el autor afirma ignorar la esencia de la poesía, pero por otro personifica a su obra al punto de esperar de ella una respuesta. Respuesta que indudablemente su obra tiene.

En cuanto a la temática, creo que Sin Pena en la Palabra habla sencillamente de la vida. Porque habla de la muerte. Y por dialéctica, al hablar de la pena se refiere también a la dicha, y lo hace felizmente. Porque quien se expresa es alguien que ha vivido a manos llenas.

La enfermedad, el desánimo o los inviernos del año y de la vida son algunos de los temas abordados en poemas que quizá fracasen en el intento de levantarle al ánimo a alguien, pero no en su razón de ser: la creación de belleza y de magia.
Puede que también haya una celebración de la melancolía. En “Crónicas del angel gris” Alejandro Dolina cuenta que ya de grandes, con algunos amigos, salían a tocar el timbre de una casa cualquiera para luego huir. Pero en esa fuga, los traviesos tardíos se miraban recordándose que seguían siendo hombres tristes.

Si la poesía es la felicidad del lenguaje, como ha afirmado Wallace Stevens, este libro –a pesar de su título- es un libro feliz, porque el artista en proceso creativo es un condenado a la felicidad. Y este libro, que habla de la vida, surge de ese proceso. Más aun si se recuerda aquello de que nadie puede contar como está ardiendo.
La magia y la paradoja de lo artístico hace que, a pesar de los temas que se abordan, el tono poético transmita paz y serenidad, y hasta una calma alegría. No ya de jolgorio ruidoso, sino de estabilidad espiritual.
Paz y serenidad. Quizá los estados que ha logrado en su vivir Osvaldo Guevara, alguien que sin ingenuidad sigue creyendo en los milagros por venir. Alguien que ha dicho: “Si crezco éticamente voy a crecer estéticamente”, y que sigue priorizando la calidez del contacto humano a la perfección artística.
Para finalizar, agradezco a Osvaldo por haber confiado la presentación de su libro a este aprendiz.

Como presidente de Tardes de Biblioteca Sarmiento agradezco el auspicio de la Dirección Municipal de Cultura, y a cada uno de los integrantes de esta entidad que este año cumple 50 años de ininterrumpida labor cultural.
Y me alegro de esta fiesta que ha sido para mi presentar un libro, aunque tenga a la pena en su nombre.
Licenciado Miguel Angel Ortiz

Presentación del Libro "Sin pena en la palabra" del poeta Osvaldo Guevara

El pasado jueves 24 de Abril el poeta Osvaldo Guevara presentó su último libro: “Sin pena en la palabra”. La presentación se realizó en el Hall del Cine Teatro Municipal de la ciudad de Villa Dolores.
Los amantes de las letras, de la poesía y los reconocedores de la valorada obra del autor, llenaron por completo el ámbito de la exhibición de la publicación, que para el poeta significó un importante acontecimiento en su vida. Para el presidente de Tardes de Biblioteca Sarmiento, Lic. Miguel Ángel Ortiz, quien tuvo la responsabilidad de hablar sobre la obra, Guevara, en su libro, abandona la métrica y la rima regular de los sonetos o de otras formas más clásicas, que toda su vida manejó con singular maestría, y construye una poesía con un ritmo distinto, con una musicalidad sin pentagramas, con una palabra que se queda desnuda siendo sólo poesía esencial. “Sólo al final –agrega-, como para no dejar de ser quien es, Guevara nos regala algunos sonetos”.

“Creo que (el autor) da una lección de energía y de juventud al intensificar en estos años su búsqueda artística. Con una palabra desguarnecida, Guevara abandona los aplausos seguros, el microclima natural de su versificación sensual, colorida, frondosa; y se introduce en el desierto, en el mar o en la selva”, apreció Ortiz.

El presidente habló de la maestría del poeta para romper con las normas: “Conocedor de las reglas, Guevara se propone romperlas, no como otros quieren transgredir lo que ni siquiera vieron de lejos. En este libro, el autor es el serrano en la llanura, el marinero en la montaña, el pez fuera del agua o el turco en la neblina. No porque ande necesariamente extraviado, sino porque tiene la osadía casi adolescente de meterse en lo desconocido. Y tiene, hay que decirlo, la grandeza de salir triunfante de la nada, como quien muestra feliz la aguja mientras sale del pajar”.

En otro orden, “hay que decir que Guevara miente impunemente y, por supuesto, poéticamente, al afirmar: “Yo no sé qué es la poesía/, tal vez/ mi poesía sí/ y no sepa decírmelo”. Mentira! Guevara sabe perfectamente lo que es la poesía. La ha tenido en sus brazos casi toda su vida, y le ha dado la forma que ha querido”, enfatizó Ortiz.

Por su parte, el autor, con la humildad de los grandes, señaló: “Mi poesía está llena de incertidumbre, de carencias y tal vez sea como una Lámpara de Aladino que yo sigo frotando, porque me sigo todavía ilusionando con la idea de que adentro de las palabras hay un genio mágico”.

Guevara, dando muestras de sabiduría, admitió que “a esta altura de la vida” sigue “aprendiendo, con más dudas que antes, porque me he dado cuenta de que la poesía es tan inefable, tan cargada de misterio, aún la más lúcida y radiante, que es muy difícil sentirse habitándola con tranquilidad, sin mirar para todos lados para ver de adónde viene algún barco peregrino a ayudarnos con nuestra carga de sueños, de dolores y esperanzas”.

“Tenía mucho miedo y vergüenza, porque la prensa ha generado tantos ecos, tantas adhesiones, que francamente me estremece pensar que yo no pueda estar a la mitad de esa generosidad, de esa espiritualidad con que se ha promocionado mi esfuerzo de poeta, que no hace más que acercarse a las palabras con temblor”, temió el autor.

En este ámbito, Guevara afirmó que la presentación de “Sin pena en la palabra” se convirtió en uno de los acontecimientos más significativos de su historia personal. El autor, al respecto, confesó: “Ha sido un gran hito en mi vida. Cuando no han habido muchos: dos o tres”.